Lo que dejo las PASO: Ganadores y Perdedores
Es común afirmar que ante una victoria hay que ser humilde, y frente a una derrota se debe mantener la dignidad. La frase, trillada, recurrente, es aplicada por muchos en numerosos aspectos de sus vidas. Sin embargo, para la clase política (la casta) esas palabras no constituyen una opción. Esto queda demostrado (una vez más) en la actitud asumida por referentes de las fuerzas políticas tradicionales que compitieron el domingo último en las elecciones primarias y se vieron sorprendidos por los resultados de La Libertad Avanza.
Salvo excepciones, la mayoría de los precandidatos prefirieron guardar silencio a la espera de que el paso del tiempo alivie temperamentos, y egos, que quedaron “malheridos” y desconcertados ante la contundencia de los resultados. Tras 72 horas, son escasos los pronunciamientos y opiniones de aquellos que, hasta antes de los comicios, hacían alarde de los votos obtenidos en los comicios provinciales de mayo y del respaldo de la población que, según se afirmaba, acompañó un cambio en la provincia. Salvo las palabras del ahora candidato a senador, Mario Fiad, desde el bunker oficialista, y algunas declaraciones de funcionarios provinciales, no hubo un pronunciamiento claro desde la UCR respecto de las razones de la derrota en la provincia y las acciones concretas que en adelante se implementarán para revertir los resultados.
El sentido común, e incluso la lógica, indican que en el marco de procesos electorales muy acotados, como los que transitamos en 2023, un resultado adverso obliga a los espacios políticos a recomponer fuerzas inmediatamente de manera de darle continuidad a las actividades de campaña en el territorio potenciando los mensajes positivos, y profundizando las propuestas para recuperar, y acrecentar en lo posible, el caudal de votos.
Igual importancia tiene la recomendación de evitar las críticas hacia quienes salieron airosos en la contienda. El arremeter contra el rival político, con cuestionamientos hacia sus propuestas e ideas, es visto actualmente por el pueblo como un signo de debilidad y de incapacidad para asumir un resultado adverso en las urnas. Asimismo los mensajes que buscan cargar responsabilidades sobre la población, que inclinó su voluntad hacia un determinado sector, no hacen más que alimentar el descontento, y pueden generar un efecto contrario al pretendido.
Por el momento, en el oficialismo jujeño prima el silencio; un silencio que deja en evidencia no solo un estado de decepción, sino también de malestar frente a la decisión de los electores que ejercieron en libertad su derecho a elegir en democracia. Dicho malestar se traduce en periódicas ridiculizaciones, menosprecios y “ninguneos” de algunos operadores de medios oficialistas y de usuarios de redes muy vinculados al gobierno que erróneamente apuntan contra los votantes libertarios.
Quizás, la reunión de ayer de los principales referentes de Juntos por el Cambio, entre ellos el radical, Gerardo Morales, permita una redefinición de las estrategias a nivel país. Es de esperar que con ello, el ex precandidato a vicepresidente, retorne a la provincia para recomponer filas y delinear los próximos pasos en procura de garantizarle a Cambia Jujuy al menos dos bancas en el Congreso Nacional.
Por otro lado, no debe desatenderse que los resultados adversos, incluso en los principales bastiones del radicalismo, como el departamento Manuel Belgrano y su capital, también reflotaron las disputas y las miradas de desconfianza hacia adentro de la UCR que no pueden disimularse al paso del tiempo. Dicha situación trajo a la memoria de muchos la crisis partidaria que transitara el justicialismo en la última década y que tuvo su momento culmine en la derrota electoral del 2015.
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